miércoles, 9 de mayo de 2018

Avengers: Infinity War




Recupero de nuevo este blog abandonado para hablar de Vengadores: Infinity War después de haberla visto ya hace un par de semanas.

Tristemente aunque me gustaban los cómics no he sido un coleccionista de los mismos y apenas en casa si entraban los tebeos de Mortadelo y Filemón, Astérix o Tintín. Tan solo una vez llegaron a mis manos dos cómics antiguos de Spider-Man y cuatro de Caballero Luna. Es ahora ya a mis treinta y cinco tacos que tengo la suficiente “independencia económica” como para comprar de vez en cuando un par de ellos.
Pero me lío con el flashback.

Digamos que Infinity War es básicamente un clímax superlativo. Un sumum de la acción. Un coro de escenas maravillosas. La pera limonera.

Echando la vista un poco atrás desde Iron-Man hasta el Capitán América: El primer Vengador pasando por El Increíble Hulk, la cosa ha ido in crescendo en lo que a “esto-es-una-película-sobre-un-cómic” se refiere. Es decir, todo era un poco más serio, más cabal si cabe (por mucho que lo intente, por cierto, no me convierto en una masa de músculos verde e imparable) más tirando quizás al tono de una ciencia ficción más o menos bien llevada. Y luego llego Thor. Ahí se abrió todo el universo cinematográfico de Marvel a una producción más colorista y menos restringida, por decirlo de alguna manera, a las leyes de la física.


Varias películas después, no nos importa demasiado que un tipo de tres metros y medio de alto y de color morado recién salido del gimnasio, llegue a la tierra con un guantelete dorado y con unas piedrecitas de colores con la capacidad de modificar el universo a su antojo a quien las posea. Las razones de este gigantón para hacer lo que hace no nos pasa desapercibida y he de reconocer que hasta se llega a empatizar con él sus razones.


Pero más allá de la historia en si en la que podría cometer spoilers de demasiado nivel y jorobar a quien aún no la haya visto, hay que decir que durante toda la duración de la película es imposible levantarse del asiento, totalmente imposible. La acción no para casi un minuto, los gags cómicos duran apenas un instante y el colofón de la película llega en forma de hostia dramática.

Es sin duda un antes y un después en el MCU. Los que si han leído los cómics de Marvel parecen estar de acuerdo en que, pese a los cambios normales que hay en toda adaptación, esta es una media guinda que corona el pastel, porque aún queda la segunda parte ya que el final nos deja en la boca el dulce sabor de la venganza que está por llegar.

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